Es escritor, publicó cuatro libros, creó un centro cultural en su local y formó un circuito alternativo de lectura inédito en la ciudad.
Los días de Pablo Bigliardi arrancan fascinantemente iguales: se levanta 6.30, llega a su peluquería de Riobamba al 1300 a las 7, pone la cafetera y se sienta a escribir hasta las 9. Ahí se convierte en peluquero, sube la persiana del local y empiezan a llegar los clientes. Con los años, convirtió su peluquería en un centro cultural alternativo donde reinan los libros, los espacios para nuevos autores, la poesía y otras demostraciones artísticas. Sobre todo, es un punto de partida de libros hacia toda la ciudad, que crea un circuito de lectura inédito.
Rosarino por adopción, se vino desde San Antonio Oeste (Río Negro) en 1991 y trabaja como peluquero desde esa época, con una breve interrupción a finales de ese mismo año, cuando se quedó sin trabajo y vendió servicios de sepelios. Antes de llegar al local actual, hace casi quince años, atendió su propia peluquería en un garage de Virasoro y Paraguay, en el insólito horario de 20 a 23 (trabajaba en otra peluquería durante el resto del día) y de alquilar un local en Presidente Roca al 2600.
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Muchas veces le dio vueltas la posibilidad de armar algo dentro de la peluquería; de meter, de algún modo, la literatura dentro de su día a día. Eso costó unos años, como la culminación de su primer libro, al que tuvo que dedicarle diez años de trabajo espaciado con el oficio de peluquero.
"El lío grande", como dice, empezó en 2001. Por mudanza, la periodista Susana Tealdi le dio su biblioteca personal de casi 2.000 libros, algunos repetidos con lecturas que Pablo ya tenía. Esos ejemplares empezó a llevarlos a la peluquería: Borges, García Márquez, Rulfo y Dostoievski entraban al salón de Pablo para mezclarse con las revistas y empezar a edificar algo que, hasta hoy, no parece tener límites.
Hay obras por toda la peluquería, que se mezclan con los productos de uso cotidiano en el salón.
Silvina Salinas/La Capital
La idea siempre fue que cada cliente o clienta llevara el libro que quisiera o se fuera con alguno que le haya gustado, con la condición de hacerlo circular por la ciudad. La premisa es dárselo a un familiar, un amigo o un vecino para conformar un gran circuito alternativo de lectura.
Así, van y vienen decenas de títulos entre la gente y la peluquería. En el medio están las propias obras del peluquero que, por años, buscó la vuelta para acomodar sus dos actividades principales: la que lo sustenta y la que lo llena. Aunque no fue fácil.
Ejemplares agotados
Chocaban los intereses entre su trabajo y el tiempo para dedicarse, a conciencia, a su pasión. "La peluquería no me dejaba ser escritor. Llegaba todas las noches a casa y escribía cansado", cuenta.
Pablo publicó "Determinación", su primer libro, en 2013 y después de un largo recorrido: empezó a escribirlo en 1998 y lo terminó en 2008. "Busqué editorial hasta que me harté y un día, me dieron bolilla los chicos de El Ombú Bonsai, que nos publicó a varios que éramos inéditos", recuerda.
Vender en dos meses la primera edición de 500 ejemplares sirvió por partida doble: muchos clientes suyos se sumergieron en la literatura y a él lo contactaron otras editoriales para conocerlo mejor.
"Se vendieron todos acá adentro (en referencia a la peluquería). Muchos (clientes y clientas) nunca habían leído un libro, o habían leído muy poco, y entraron a la ficción por otro lado, porque el peluquero les presentó un libro y entraron por ahí", asegura, sobre un proceso que inició un intercambio constante en el que los clientes le comentaban lo que les gustó del libro y él les recomendaba escritores parecidos según esos intereses.
Cuando sus hijas terminaron la secundaria, dejó fijo el hábito de levantarse a las 6.30 para llevarlas a la escuela; cambió de destino y empezó a ir a la peluquería a las 7, a pesar de no abrir hasta las 9. Se ponía a escribir, corregir obras anteriores o simplemente a leer a otros autores. Esas dos horas serían las mejores del día: “Venir a las 7 y trabajar de escritor hasta las 9 me cambió la perspectiva. Pude recorrer mejor el lugar en el que trabajo siempre y le presté atención que se merecía el espacio y la circunstancia por la cual escribía”.
La producción, desde ahí, se multiplicó ya que entre 2015 y 2019 años publicó tres nuevos libros: la novela "El santo de Saco Viejo", en 2015; el libro de cuentos "REM", en 2018; y "Al pie del sillón", en 2019, que contiene cuentos y relatos de la peluquería.
En un sólo lugar, se unieron el escritor, el lector y el peluquero: escribe temprano, ofrece libros propios y de otros autores, y recomienda lecturas a los clientes según sus intereses. Logró una fusión inesperada desde hace unos años, cuando la maquinaria que está en marcha ni siquiera estaba planificada: "Me da mucha felicidad poder juntar mis dos oficios. Podés cometer millones de errores hasta que viene el fruto, que es el libro, un buen corte o una buena tintura".
Peluquería cultural
La peluquería tiene sus sectores tradicionales, con el salón protagonista con sus sillas y espejos, más las bachas para lavar las cabezas al fondo. Y la cultura también tiene sus propios espacios: “Sin querer, la peluquería se fue transformando en un centro cultural. Nos fuimos adaptando a medida que pasaban las cosas”.
Los libros están repartidos por todo el local, aunque con espacios asignados. Así, está el sector de libros nuevos, donde los autores locales son mayoría, un estante al lado de uno de los espejos con obras de escritores nacionales, y distintos lugares donde se mezclan distintos géneros y autores, entre los que hay nacionales e internacionales.
La idea del espacio para autores nuevos y locales es que cada uno de ellos lleve su nuevo libro, o una editorial acerque nuevas obras, y para dejarlos se haga “una reseña breve de qué se trata o qué tiene de bueno para que se lea” ese material antes de dejarlo en la peluquería. Van directo a la "barra de novedades".
“Esto da pie para muchas cosas, porque vos dejás un libro en una sala de espera o en la recepción de cualquier tipo de institución y eso genera algo. En un momento, se tiene que generar alguna movida. De una forma u otra, uno quiere que los libros circulen”, dice el escritor.
Los libros son parte del paisaje del salón. Al fondo, la barra de novedades y el espacio de poemas.
Silvina Salinas/La Capital
No sólo hay libros en la peluquería. Desde hace dos años, la primera pared a la derecha dentro del salón se reserva para los artistas plásticos que quieran dejar sus obras en exhibición.
Además, el último espacio que conformó Pablo dentro del local viene derivado del distanciamiento social. Atrás del mostrador, sobre la barra donde se muestran los nuevos autores y donde antes había sillas para atender clientes, el peluquero montó el espacio “Traiga su propia poesia”. La energía de brindarse la cultura dio paso a la idea para destinar ese lugar a los poemas, coordinado, ahora, por la misma artista que exhibe sus obras de arte en la entrada de la peluquería.
“La movida consiste en que vos imprimas un poema que te guste, o que te haya marcado, y lo pegues en la pared. Vino mucha gente a pegarlo. No hace falta poner el nombre del cliente o clienta, autor o autora”, cuenta.
Al final de ese nuevo espacio, sobre la barra de novedades, hay una pila de hojas tomadas por un gancho. Es el boceto de su nuevo trabajo y de su incursión en un espacio inexplorado: una novela sobre género fantástico que escribió en lo que va de la pandemia. A cada hueco vacío, Pablo responde creando.
Fuente: https://www.lacapital.com.ar/la-ciudad/la-doble-vida-pablo-bigliardi-el-peluquero-al-servicio-la-literatura-rosarina-n2603561.html