La imparable acción del pintor de brocha gorda como gusta llamarse Norman Petrich, no pasa desapercibida. Pasa sus días pintando casas y techos, organizando el Festival Internacional de Poesía, escribiendo libros, gestionando en editoriales, revistas o haciendo periodismo cultural. En su tiempo libre convive con su pareja y cuida a su hijo.
El último libro de Norman, Las líneas del futuro tienen forma de gatillo, fue publicado en el año 2023 por La mariposa y la Iguana, Buenos Aires y su poesía se planta, desde el inicio, con el puño levantado por y para la lucha. La ropa puesta con lo justo de la clase obrera en su máxima expresión es elevada a poema y no es queja, sino una breve proclama hecha y derecha por causas de la belleza que siempre redime.
La voz de Norman es consecuente con lo que viene diciendo desde sus libros anteriores. Pájaros entrenados en el consuelo, su anterior libro que fuera publicado por la Editorial Último Recurso, es una oda redentora hacia el poeta salvadoreño Roque Dalton, que se acompaña a través de un heterónimo de nombre Kammammuri, y servirá de nexo poético para tomarse muchas libertades como por ejemplo la de no existir, pero sí la de ser escuchado y leído.
En Las líneas del futuro…, veremos desde el ojo de la calle que todo lo ve, el rostro que ya no se sorprende y naturaliza una violencia rosarina conocida. La pose en guardia del vecino que espera a que vengan a robarle nuevamente, ¿y qué irá a hacer? ¿Vengarse, matar al ladrón? O recuperar a través de un crédito de 12 cuotas lo perdido, o esperar mirando el mensaje vacío de los medios y a su vez, la sugerencia de qué opinar nada.
Pero Norman no afloja y está atento al peligro de vivir en Rosario o de sobrevivir caminando en la noche. En otra página escribe: “lagarto pasa / con el torso desnudo, / la juventud contradice al frío / el paso de cumbia / es pose / es pase / que va de su celular / a mi oído…” La periferia, la villa de emergencia vista como algo muerto. Todos ahí nacieron muertos sugiere Norman y saldrán a matar como consecuencia esperable y no habrá quién se salve y la víctima tampoco sabrá quién fue. En ese plano de la violencia tan asiduo, es la poesía la que intenta mostrar a como se pueda y desde el mejor ángulo visible, a la pistola, el fusil o el puño cerrado.
Tampoco pasa desapercibido “Construcción”, de Chico Buarque en el que Norman intertextualiza una nueva versión, que también podría ser a contramano o en una línea recta de muertes por faltas de seguridad entre los albañiles de las obras que pululan por la ciudad desde grandes alturas. El dibujo de una bala finaliza el poema y arremete al dar vuelta las páginas: “…(tendrían que / pero sería demasiado / sería pensar / pensar en ser / ser el que corre para / el que se pare y descubre lo / descubre que sí / si es que / pero no / no saben / no quieren / ni tampoco podrían) …”
EL RESTO DE LA NOTA LO VERÁS EN EL LINK: